¡QUÉ ONDA CON LA YOGA!

Siempre he sido muy flojita para hacer ejercicio, los pretextos no me faltaban. Que si los hijos (chicos o grandes es igual), que si la casa, mi marido, primo, Pancho, Finita y lo que quieran agregarle es bien recibido. Imposible pensar en hacer algo para mí.

Hace 4 años más o menos mi vida dio un cambio brusco e inesperado. Mi papá, que siempre había sido como un roble empezó con problemas de salud. En ese entonces yo vivía fuera de Guadalajara y me la pasé yendo y viniendo para ayudar a mi mamá y a mis hermanos en lo que se pudiera. Y como si esto no fuera suficiente para desequilibrarme ¡PACATELAS!, la menopausia alcanza su máximo esplendor.

Mi esposo y mis hijos ya te imaginarás. Estaban aterrados. Nada más porque ya me habían agarrado cariño, sino de seguro me exilian. Y aquí comprobé una vez más que Dios no se equivoca y me dio un esposo y unos hijos con una paciencia increíble. Casi casi santos. ¡Gracias, mis amores!

En esas estaba cuando Luis, mi esposo, me sugirió como no queriendo la cosa, y con mucho tacto para no herir susceptibilidades, que practicara yoga. Y yo ¡¿qué?! ¿Y eso? ¿Tan mal estoy? Y claro no podía faltar la pregunta más típica y enfadosa: ¿Ya no me quieres?

Total que doy con una clase y ahí te voy. Por supuesto me compré mi kit yoguístico: ropa adecuada y el famosísimo tapete. Digo, que el numerito fuera completo. Bueno hasta una bolsa muy padre para el tapete me hizo mi suegra.

Al principio como que no daba una. Me decían saludo al sol y yo saludaba a la luna. Un completo desastre. No sé si yo tenía habilidades escondidas, pero muy escondidas o el maestro era muy bueno. Quiero pensar que fue lo primero pero creo que no.

Y ¿qué crees? Sorpresas te da la vida. Más o menos en un mes empecé a notar que tenía más energía, dormía mejor, los famosísimos y siempre odiados bochornos disminuyeron, mi estado de ánimo mejoró, etc. En pocas palabras me empecé a sentir muy bien y claro, mi familia feliz. Y yo más cuando me dijeron: ¡Qué flexibles eres, qué padre! Ya fregué dije.

Por circunstancias de la vida, que más adelante te platicaré, tuve que dejar mis clases. No sé si hice bien, pero en ese momento tenía una gran prioridad y toda mi energía estaba puesta en ella. Hoy me doy cuenta que mis clases me hubieran ayudado mucho. Pero nunca es tarde.

Voy a retomar mis clases. Estoy más que convencida que si no estoy bien conmigo misma, no puedo estar bien con mis hijos, mi familia,mi entorno. Y en este momento de mi vida lo necesito más que nunca.

Date la oportunidad de buscar ese bienestar que muchas veces está tan al alcance de nuestras manos que no lo vemos. Date la oportunidad de buscar aquello que te lleve a un estado de plenitud física y emocional. ¡Anímate!! Regálate tiempo y espacio. Relájate, inhala y exhala.

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